En la primaveral tarde de ayer, San Félix de Cantalicio abandonó por unos momentos la Parroquia donde reside para dejarse ver por las calles adyacentes de su barrio y compartir con todos los parroquianos unos momentos de oración y devoción. Fueron muchos los que acompañamos a San Félix en su caminar y tras la Procesión y la Celebración Eucarística se hizo la tradicional entrega de rosquillas y cerezas a todos los que participamos de estos momentos.